Los cerdos más felices que jamás he visto vivían en el Chaco boliviano, esa tierra baja y semiárida en el sudeste del país. Cada día, las campesinas soltaban sus cerdos para que salieran libres. Los cerdos, una pequeña y dura raza local, andaba en tropas, comiendo basuritas en los caminos, escarbando en los maizales cosechados o en los remanentes del bosque. Al final del día, volvían a casa trotando con ganas, esperando comer un poco lawa, una sopa rala de maíz que sus dueñas les cocinaban. Luego los cerdos fueron encerrados en sus corrales para pasar la noche. Era un sistema de bajos insumos, y no muy productivo. A veces los cerdos eran atropellados por camiones, o matados por perros. Y subían de peso lentamente, ya que todo ese ejercicio al aire libre los mantenía flacos y en buena forma.
En el otro extremo, una granja industrial obtiene más carne, grasa y lechones de los animales, cruelmente confinando en jaulas donde ni siquiera pueden darse la vuelta.
Un sistema de ganadería equilibrado e inteligente maximizará los beneficios y minimizará la crueldad.
Todos los animales domésticos conservan algunos comportamientos instintivos. Por ejemplo, los cerdos usan su hocico para encontrar tubérculos y larvas en la tierra. Son animales adaptados a vivir en la vega del río, por lo tanto, no pueden sudar y dependen de la sombra y de los baños frecuentes en el barro para mantenerse frescos. Los cerdos son limpios y naturalmente evitan su propia orina y heces. Los cerdos se estresan cuando están tan mal alojados que no pueden expresar estos comportamientos.
La solución es construir una casa que permita a los cerdos ser cerdos. Un video reciente publicado en la plataforma de video de Access Agriculture muestra cómo los agricultores pueden construir una simple casa para cerdos, en parte con materiales locales. Una casa bien ventilada mantiene a los animales frescos. La casa de los cerdos puede tener un piso de palos para facilitar la limpieza. O el piso puede hacerse con el sistema de lecho profundo, donde un hoyo lleno de aserrín, y mejorado con microorganismos benéficos, forma rápidamente un abono que es cómodo para los cerdos, y huele más como el piso de un bosque que como el de un chiquero.
Una adecuada casa de cerdos proporcionará a las familias rurales más ingresos y menos estrés para sus animales.
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Buller, Henry, y Emma Roe. Food and Animal Welfare 2018 Londres: Bloomsbury Publishing.